----------------------Ediciones jaced |
El fruto cundeamor
la vida misma!
porque cunde el amor
sobre la
tierra desde
las empalizadas
de la vida
hasta la
infinitez de la suya
pero viviendo
en extinción por
la agresión
del hombre a la vida
¡qué paradoja existir!
Aún pensando en aquel niño recogiendo el fruto cundeamor |
Y desde su silleta que apoltrona
a la puerta de su solazada casa
el abuelo suelta su larga mirada
que por instantes juguetea entre
los verdes de la diversa vegetación
llena de frutillas muy apetecidas por
los pájaros que después de comerlas
le regalan el trinar de sus sinfonías
y allá no tan lejos oye el murmureo
del mar que parece llamarle con su
menudo oleajes de luces verdes
Y de esa
vegetación menuda
su
mirada viaja hacia el mar
¡su compañero y amado mar!
viéndolo
siempre con su sol que
en
aquellas tardes oro lánguidas
le estalla
sobre su rostrohorizonte
desatando
la diversidad de sus gamas
azules naranjas rojos púrpuras violetas
crepúsculos
degradándose en crepúsculos
hasta despedir
la tarde y ver llegar la noche
hondo
siente el murmuro del mar y la noche
contándose
la vida que cada uno ha vivido
y su
pecho en suspiro ¡así debe ser la vida!
Y convencido suelta su anhelo…“necesario
derrumbar
los muros de la existencia para
que la
vida rompa sus presas y libre fluya”
mientras mira a su niño que acaba de
sentarse a su lado al que envuelve con
su voz amorosa casi en susurro… “hijo
hubo un
tiempo en que todo era tinieblas
porque
los dioses se robaron las luces
dejando a
los hombres mujeres y niños
habitando
las profundas oscuridades”
¡y era
tanto lloro y fue mucho el sufrir!
El niño y el abuelo aún recordando... |
Pero el
sol la lluvia la luna y el viento
cabalgando
sobre arcoíris llegaron…y
¡termínese el reino de las tinieblas!
y les
enviaron a sus heraldos…
Y vestidos de noche azul encendida
llaman a las luciérnagas y cocuyos…
¡tomen
sus lamparitas de tierra…vayan
y
llévenles la luz…y entrégaselas en los
cuencos
de sus manos y en sus pupilas… y
hubo tantas luces que los dioses se cegaron
y quedaron hundidos en la oscuridad y sin
saber por dónde andaban llenos de terror
fueron uno a uno cayendo en los abismos
y en sus propias tinieblas se extinguieron…
Y en el
cosmos regocijados
vivas! clamaron victoria…
acompañándole
coro de niños que
cantan
la “flauta mágica” de Mozart
¡los hombres niños jóvenes mujeres
hicieron gran fiesta celebrando la luz
y para siempre fundaron la alegría!
Y envuelto en su mantonoche de luces
bajo aquel murmullo
ya lánguida música
el sol se va quedando dormido en el mar
y la luna navega regando su luz de plata
en la que luciérnagas y cocuyos vuelan
cabriolando entre la multitud de hojas
antes las pupilas del abuelo y el niño que
embelesados las miran como en ensueños
y tomados de las manos sienten albas lilas
naciendo de sus ojos que llaman a dormir
Y ambos
van a seguir sus sueños…
uno en inventivas jalonando su infancia
va
tejiéndola en movimientos de alegrías
el otro en reflexión reposada disfrutando
los placeres
que le entrega la ancianidad
pero ¿cómo saber que a pasos de vidas
van fraguando su anhelado encuentro?
¡vida y muerte! que cierran el ciclo
de vivir
en felicidad la vida para
romper
la paradoja del existir