El hombre y su vida
hoy se mide en lucro metal dinero
mañana se podrá medir en vida frutas
como peras manzanas mangos higos
cultivadas en el huerto natural
planeta Tierra
para que llegue a Ser
una planta del huerto vida
Hoy, el hombre entre sus conductas de
violencias, “inventa” días-festejos como si quisiera velar su acción
depredadora que ejerce sobre el planeta Tierra. Y crea un abanico de “días”:
día del agua, día del clima, día de la Tierra, día del árbol, etc., aparte de
los de carácter social, como el del niño, el de la madre, etc., y precisamente
en estos sustantivos donde el drama de la vida se debate entre abismos ¿por qué
será? Y recientemente celebró el de la Tierra y el del niño. El comercio es el
gran beneficiado. Pero contra su empeño,
la “arruga” no se oculta, ni en lo social ni en lo ecológico, sino que
se abulta en la medida que aumenta su depredación. Paradojas, porque lo que
dice buscar lo niega con la realidad
depredada. Por ejemplo, en los llamados “objetivos del siglo” para tratar de lograr
un equilibrio ecológico –la más grande paradoja respecto a la vida y
hábitat-hogar en la Tierra- la mayoría están lejos de ser
cubiertos, y el resto, si lo logran, será muy lejos de la meta propuesta. En
contrapartida, el deterioro continúa.
Otro ejemplo: en la penúltima reunión de la “Convención
Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático” y su “Protocolo Kioto”,
algunas Organizaciones que luchan por el equilibrio ecológico, ante la falta de
cumplimiento de los acuerdos se retiraron como forma de protestas. Y Canadá,
que antes era tenida como un “campeón” en lo ecológico, decidió no seguir
participando en el logro de tales Objetivos –en particular, la reducción de
gases invernaderos- porque éstos le acarrean pérdidas económicas. Y otras
naciones, sencillamente, no los cumplen. Y Canadá vuelve a la
explotación-depredación, caso del petróleo, donde aplicará la tecnología “fracking”
–que se suma a las ya existentes- que consiste en la explosión-fracturación de
las rocas del subsuelo que encierran gas y petróleo para liberarlo, lo cual
causa graves daños al ambiente. Igualmente, los EEUU en el norte. Esta
tecnología “fracking” viola acuerdos de la ONU y criterios científicos. También,
contra toda alertas-recomendaciones, se intensifica la explotación del carbón
–uno de los más contaminantes-, por países como China, Inglaterra, Rusia, Francia, Alemania, entre
otros. Estas tres situaciones –entre otras tantas- exponen la poca seriedad y sinceridad
de los acuerdos mundiales. Lo que acuerdan ellos mismos lo incumplen. Y siguen
depredando a la Tierra.
Y hoy contra todas las alertas, protestas y opiniones
científicas pro ambientes-ecológicas, se aprueba construir un nuevo canal transoceánico
Atlántico-Pacífico desde Nicaragua que será de gran impacto destructor ecológico. La
“herida” histórica contra la Tierra y contra el mismo hombre se agrandará y
profundizará en beneficio del comercio e industria mundiales. A manera de
ejemplo-recordación: cuando la construcción del canal de Panamá especies que
eran autóctonas de la región desparecieron, y aún, en nuestros días, algunas
sobrevivientes no se han recuperados, siguen en peligro. Y el equilibrio
clima-ecosistema quedó roto, aún no se ha restablecido. La biodiversidad quedó
severamente dañada. Ahora, en el caso del canal de Nicaragua, la dimensión a
nivel de ecosistemas –biodiversidad terrestre-lacustre-marina- es mucho mayor.
Pero al parecer, nada lo detendrá. El lucro, otra vez, le gana a la naturaleza.
La ruta 3 es la que tiene mayor opción de ser aprobada |
La actual vida moderna testimonia esta
“herida”. Por fortuna, en términos generales, las luchas ecológicas han logrado aumento de la conciencia ecológica, aunque más en teoría –por ejemplo, en
legislación a favor del ambiente- que en la práctica. Junto a esta conciencia y
algunas prohibiciones-restricciones alcanzadas en algunas áreas de la
explotación económica, se dan acciones en la creación de hábitat naturales que
prueban que es posible un volver hacia la naturaleza. Una muy significativa es la
experiencia de un hombre casi “anónimo”, que habita un lugar de la India: Jadav
Payeng.
Y como un cuento oriental –uno de las “mil y una noches”-, Jadav Payeng,
con amor a la naturaleza e ingenio, se propuso replantar una alta región de
suelo arenosa y estéril –unas 550 hectáreas- a orillas del rio Brahmaputa en la
India, que a causa de una inundación ocurrida en 1979 se convirtió en refugio obligado
de algunos animales, entre ellos ofidios. Al retirarse las aguas, éstos
quedaron varados, los cuales al no encontrar vegetación para protegerse del
sol, murieron. Jadav, de 16 años, encontró muertos estos animales. Conmovido por el hallazgo, se propuso sembrar
de vida al lugar. Solicitó ayuda a las autoridades para plantar algunos árboles,
pero solo obtuvo la negativa y la “afirmación” que allí no podía nacer nada. Nadie quería saber nada. Nadie quiso
ayudar a Jadev.
Y desde 1979
empezó a sembrar semillas y trasplantar árboles de especies autóctonas. Hizo de
esta tarea el objeto de su vida. Su intuición, amor y conocimiento de la vida
natural, le llevó a un trabajo de regeneración de las condiciones edafológicas –suelos-
y botánicas para lograr una plantación silvestre autosostenible. A tal punto llegó
su empeño, su pasión que llevó hormigas rojas para reforzar el equilibrio
ecológico de los suelos.
Y sin ninguna ayuda,
solo con trabajo y amor a la tierra, transcurrido algún tiempo, fue
transformando paso a paso, con paciencia y dedicación, el lugar en un
ecosistema natural al que empezaron a llegar animales amenazados de zonas
circunvecinas. Hoy en día es un bosque que sirve de refugio a aves, ciervos,
rinocerontes, tigres de bengala -hay cinco que han tenido cachorros-, elefantes
y otras especies –algunas en peligro de extinción- que pierden su hábitat
natural por la presión que ejerce el hombre sobre sus tierras nativas.
Unos treinta años
después, toda la región se ha transformado en un ecosistema maduro de selva, a
donde ininterrumpidamente le siguen llegando animales de otras regiones vecinas que le dan solidez de
hábitat natural al lugar y lo extienden aún más. El nuevo bosque no está en los mapas
ni en trazados cartográficos.
Y el gobierno de la región llegó a enterarse –mejor
dicho, lo descubrió- de la existencia del nuevo bosque en el año 2008. Quedó
sorprendido de tal hallazgo, y de la capacidad –amor, tesón e inventiva
natural- de Jadav Payeng.
Actualmente Jadav
Payeng vive en una pequeña cabaña, en el bosque que creó con su mujer y tres
hijos. Hoy tiene unos 47 años. Y se gana la vida vendiendo leche de búfala. Una
acción, un ejemplo que bien se puede seguir a mayor escala en la creación y
recreación de ecosistemas naturales. Y esto no es ningún milagro. Simplemente
se trata de devolver la vida auténtica, del “cemento”, de la “vida” artificial,
de la depredación, a la naturaleza. Y esta bella experiencia es un gigantesco
contraste con la pretensión de hoy –agresión contra lo natural- de construir el
canal transoceánico de Nicaragua.
Y a manera de síntesis dejo cuatro (4)
señalamientos: 1) El elevado nivel de deterioro –pero todavía no concientizado-
causado por la acción histórica del hombre sobre la Tierra, particularmente, en
el campo de la producción de energías –llamada “sucias”, que sostiene y mueve
al mundo moderno-, en la construcción de represas y canales, en la deforestación
masiva de las tierras para la producción de alimentos –en particular, la
animal- y en las infraestructuras y asentamientos de la vida moderno (2) Queda
manifiesta una profunda naturaleza egoísta del hombre que a sabiendas del daño que
ocasiona a la naturaleza, se persiste en depredarla sólo para beneficio del
perverso lucro y del modo de vida de la “civilización” (3) Queda en evidencia la
abierta oposición entre el conocimiento –Ciencia y tecnología- alcanzado y su
finalidad esencial que lo define: el mejor vivir del hombre. Y (4), hoy se plantea
la necesidad de aplicar este conocimiento con otro signo, sentido y dirección para
llegar a otro tipo de desarrollo que en verdad construya el Hogar-Hombre-Tierra, completamente
en armonía con la vida de la naturaleza. El desarrollo actual –artificial- la
destruye, se opone a esta vida. Hoy es tarea urgente –a nivel planetario- de revertirlo
por uno humano y pro Tierra, como el que expone este ejemplo, el de Jadav Payeng.