domingo, diciembre 09, 2012

El trébol que podría Ser El hombre

La evolución
en paciente suma
uno dos tres
cuatro pétalos
y seguirá de suma
a multiplicación
el trébol que podría 
Ser El hombre



¿Por qué la estación primavera
 nos envuelve
y nos hace renacer?
Porque  ella es una hada dehiscente
que como a la semilla o al fruto
entre el equinoccio y el solsticio
abre a la naturaleza en amor a la vida
en días que duran iguales a las noches
y el sol en cenit sobre cada trópico
irradia su vital oferta de energía
en semiarco de sol igual a semiarco de luna
un solo arco para la maduración de las mieses
que habrán de repartirse a todos los seres
y aunque no la vemos pero la sentimos
durante ese periplo arco nos hace retoñar

Y girando en sus períodos anuales
engalanada en sedas de viento
llega hasta nuestro encuentro
y nos envuelve en soplos de pianísimas sinfonías
porque ella nos ama aún en los tiempos difíciles
y habrá de venir a amarnos en los siguientes
hasta que el amor se instale en nosotros
y en su propia rueda el hombre pida
que lo deje participar en su tarea
para hacer de cada uno un hermano
como ella lo hace con cada ser

Marc Chagall
Y es que el amor tampoco lo vemos
pero lo sentimos cuando amamos
y en ese acto en silencio puro divino
recogido y profundo
el amor nos hace renacer
ilumina la existencia
todo se hace bello porque
amar es lo más bello que puede suceder
y cuando llega el amor la vida se hace bella
y vivirla es el acto más hermoso que existe
decir amor es decir primavera
decir primavera es decir amor
 entre su equinoccio donde nace
hasta su solsticio de verano
y allí alcanzar ese tiempo de porvenir
el hombre al otro hombre
para hacerlo hermano
y entre hermanos vivir


Y como molino de viento
que disipa sombras
una mujer que ama la vida
escribió esta estrofa libre

Un trébol de cuatro hojas nos brinda
la posibilidad de vivir momentos mágicos
solo basta sostenerlo entre las manos
y pedir lo que deseamos
Si tenemos confianza
en nuestra fuerza interior y
pedimos con la seguridad
que nos otorga el saber que nuestros sueños
son parte del lenguaje del Universo
todo será hermosa realidad.

 
Este trébol y estos versos aún viven sobre una hoja de papel

Afirmamos que este pensamiento –que queremos compartir- no forma parte ni deriva de ninguna religión oficial existente o mito, ni menos para fundar otra u otro. Pero si es un acto similar a otros de una “religión” –aún anónima- que algunos profesamos, porque creemos que nace con el hombre. Una religión que como conciencia interior nos impulsa –concienciación- a alcanzar nuestros crecientes anhelos de trascendencia, libertad e infinitud. Entonces, decimos, como el trébol también él hombre! Y cuando lo hagamos, habrá de renacer el mundo que aspiramos, y por el que a diario luchamos para hacerlo realidad: “hermosa realidad”. En verdad, muy poca, casi nula inversión material habría que hacer, pero si mucha, muchísima inversión espiritual: confianza y fe en uno mismo y en el otro; fuerza de voluntad, honda sensibilidad y capacidad de creación para realizar la tarea nuestra y ser solidario con la del otro; infinita creencia en el porvenir del hombre, mucho amor al semejante y a toda la naturaleza; belleza interior, paciencia, sinceridad y fuerza de convicción para asumir los retos que beneficien a todos, son entre otras de las muchas que forman parte de la potencialidad humana, y que creemos que son parte de los fundamentos de esa religión que antes referimos. Y creemos que sin esta religión –conciencia profunda y fuerza interior que crea y construye valores y sentimientos para vivir en armonía la vida real- no habrá hombre, humano Y un poeta –Walt Whitman, en sus Hojas de hierbas- dijo: “Surgirá un nuevo orden y sus hombres serán los sacerdotes del hombre, y cada hombre será su propio sacerdote”.

                                                                                                                                                                                Marc Chagall
 Y parodiándolo –o siguiéndolo, como se quiera entender- decimos: Yo –el hombre- soy mi propio y único Dios. Y mi existencia como humano, es mi única y propia Iglesia. Iglesia, como patio solar del Universo donde ejercito mis actos religiosos que me justifican: autentificación de la vida. “Yo” y Universo integrado, indisoluble. Soy, el único y verdadero creador. Porque somos cósmicos, de origen igual al de cualquiera estrella, que se crea a sí misma y a su entorno. Y esto hay que creerlo, sentirlo, concientizarlo, desde que nacemos hasta el crecer. Pero este “Yo” y este “propio” no es la persona individual, egoísta del actual tiempo de vida, sino es la persona hecho Ser que ha de gestarse para vivir otro tiempo de vida, y que se está gestando dentro del actual -y estamos obligado a construir o construirnos- El Ser, cuerpo y alma, uno solo, a conciencia. Y éste habrá de hacerse social, está obligado serlo, por naturaleza, porque siempre ha de vivir en armonía con su prójimo, su otro hombre hermano, sin violencia –abierta o encubierta-, única manera de poder adquirir la condición de ser humano.

Ser social, con conciencia, sin superiores ni inferiores en la vida colectiva, pero siempre conservando su individualidad, personalidad y su singularidad como motor de esa condición social. Y éste Ser si podrá tener vivir verdadero en una vida verdadera: la vida real, sin carencias, ausencias ni muros ni divisiones que lo degradan. Hombres a pleno sol, como de la semilla a la flor, al fruto, al árbol, al bosque. Y este vivir incluye como condición necesaria y vital, la existencia y vida de todo ser vivo de la escala biológica sobre la Tierra: nuestros otros hermanos. El derecho vivir es para todos, sin privilegios de unos sobre otros. Un proceso único, continuo, indisoluble, sólo para el vivir de todos: “hermosa realidad” que el citado pensamiento proclama. Y a ella convocamos.


Y viendo el video que sigue, acoto esta nota: el desfilar de perfiles de un rostro al son de un canto, revive el recuerdo. ¿Carrera de relevos de átomos y ondas? Solo sabemos que guarda un ligero parecido con alguien estimado. Y el amor, a quien le canta, podemos gustarlo en esta canción o en otra que guste al alma, bien en dramaturgia, comedia o en lirismo puro, o bajo la picaresca o de simple magia. Nuestra alma sabrá en que género disfrutarlo. Y en ella –el alma- puede obrar el  “milagro” de verlo de simple parecido a cuerpo presente. Y podríamos pedir un poquito más, y añadir un tantito de fe para traerlo sobre un largo Do sostenido desde alguno de los lugares por donde ahora anda en risa de asombro, y tenerlo entre nosotros, cuándo, cuánto queramos. Y nuevamente reír con su risa, precisamente, ahora, que ya se sienten los suaves pasos de la luna y de los días decembrinos. Y es obligado hacerlo con otros tantos seres queridos, por ejemplo, nuestras madres, hijos, hermanos, amigos. Simple –pero necesario- acto para alimentar el alma, elevar el espíritu, y menguar este tiempo. Uno de los tantos sencillos y cotidianos actos de esa “religión” que antes referimos, los cuales deberíamos acostumbrarnos hacerlos, y multiplicarlos para acelerar el paso de religión anónima a religión de todos.