La evolución
en paciente suma
en paciente suma
uno dos tres
cuatro pétalos
y seguirá de suma
a multiplicación
el trébol que podría
Ser El hombre
el trébol que podría
Ser El hombre
¿Por qué la estación
primavera
nos envuelve
y nos hace renacer?
Porque ella es una hada dehiscente
que como a la semilla
o al fruto
entre el equinoccio y
el solsticio
abre a la naturaleza
en amor a la vida
en días que duran
iguales a las noches
y el sol en cenit
sobre cada trópico
irradia su vital
oferta de energía
en semiarco de sol
igual a semiarco de luna
un solo arco para la
maduración de las mieses
que habrán de
repartirse a todos los seres
y aunque no la vemos
pero la sentimos
durante ese periplo
arco nos hace retoñar
Y girando en sus
períodos anuales
engalanada en sedas
de viento
llega hasta nuestro
encuentro
y nos envuelve en
soplos de pianísimas sinfonías
porque ella nos ama
aún en los tiempos difíciles
y habrá de venir a
amarnos en los siguientes
hasta que el amor se
instale en nosotros
y en su propia rueda
el hombre pida
que lo deje
participar en su tarea
para hacer de cada
uno un hermano
como ella lo hace con
cada ser
Marc Chagall
Y
es que el amor tampoco lo vemos
pero
lo sentimos cuando amamos
y
en ese acto en silencio puro divino
recogido
y profundo
el
amor nos hace renacer
ilumina
la existencia
todo
se hace bello porque
amar
es lo más bello que puede suceder
y
cuando llega el amor la vida se hace bella
y
vivirla es el acto más hermoso que existe
decir
amor es decir primavera
decir
primavera es decir amor
entre su equinoccio donde nace
hasta
su solsticio de verano
y
allí alcanzar ese tiempo de porvenir
el
hombre al otro hombre
para
hacerlo hermano
y
entre hermanos vivir
Y como molino de viento
que disipa sombras
una mujer que ama la vida
escribió esta estrofa libre
Un
trébol de cuatro hojas nos brinda
la
posibilidad de vivir momentos mágicos
solo
basta sostenerlo entre las manos
y
pedir lo que deseamos
Si
tenemos confianza
en
nuestra fuerza interior y
pedimos
con la seguridad
que
nos otorga el saber que nuestros sueños
son
parte del lenguaje del Universo
todo será hermosa
realidad.
Este trébol y estos
versos aún viven sobre una hoja de papel
Afirmamos que este
pensamiento –que queremos compartir- no forma parte ni deriva de ninguna
religión oficial existente o mito, ni menos para fundar otra u otro. Pero si es
un acto similar a otros de una “religión” –aún anónima- que algunos profesamos,
porque creemos que nace con el hombre. Una religión que como conciencia
interior nos impulsa –concienciación- a alcanzar nuestros crecientes anhelos de
trascendencia, libertad e infinitud. Entonces, decimos, como el trébol también
él hombre! Y cuando lo hagamos, habrá de renacer el mundo que aspiramos, y por
el que a diario luchamos para hacerlo realidad: “hermosa realidad”. En verdad, muy poca, casi nula inversión
material habría que hacer, pero si mucha, muchísima inversión espiritual:
confianza y fe en uno mismo y en el otro; fuerza de voluntad, honda
sensibilidad y capacidad de creación para realizar la tarea nuestra y ser
solidario con la del otro; infinita creencia en el porvenir del hombre, mucho
amor al semejante y a toda la naturaleza; belleza interior, paciencia,
sinceridad y fuerza de convicción para asumir los retos que beneficien a todos,
son entre otras de las muchas que forman parte de la potencialidad humana, y
que creemos que son parte de los fundamentos de esa religión que antes
referimos. Y creemos que sin esta religión –conciencia profunda y fuerza
interior que crea y construye valores y sentimientos para vivir en armonía la
vida real- no habrá hombre, humano Y un poeta –Walt Whitman, en sus Hojas de hierbas- dijo: “Surgirá un nuevo orden y sus hombres serán
los sacerdotes del hombre, y cada hombre será su propio sacerdote”.
Marc Chagall
Y parodiándolo –o siguiéndolo, como se
quiera entender- decimos: Yo –el hombre-
soy mi propio y único Dios. Y mi existencia como humano, es mi única y propia
Iglesia. Iglesia, como patio solar del Universo donde ejercito mis actos
religiosos que me justifican: autentificación de la vida. “Yo” y Universo
integrado, indisoluble. Soy, el único y verdadero creador. Porque somos
cósmicos, de origen igual al de cualquiera estrella, que se crea a sí misma y a
su entorno. Y esto hay que creerlo, sentirlo, concientizarlo, desde que nacemos
hasta el crecer. Pero este “Yo” y este
“propio” no es la persona individual, egoísta del actual tiempo de vida,
sino es la persona hecho Ser que ha de
gestarse para vivir otro tiempo de vida, y que se está gestando dentro del
actual -y estamos obligado a construir o construirnos- El Ser, cuerpo y alma, uno solo, a conciencia. Y éste habrá de hacerse
social, está obligado serlo, por
naturaleza, porque siempre ha de vivir en armonía con su prójimo, su otro
hombre hermano, sin violencia –abierta o encubierta-, única manera de poder adquirir
la condición de ser humano.
Ser
social,
con conciencia, sin superiores ni inferiores en la vida colectiva, pero siempre
conservando su individualidad, personalidad y su singularidad como motor de esa
condición social. Y éste Ser si podrá tener vivir verdadero en una vida
verdadera: la vida real, sin carencias, ausencias ni muros ni divisiones que lo
degradan. Hombres a pleno sol, como de la semilla a la flor, al fruto, al
árbol, al bosque. Y este vivir incluye como condición necesaria y vital, la
existencia y vida de todo ser vivo de la escala biológica sobre la Tierra:
nuestros otros hermanos. El derecho vivir es para todos, sin privilegios de
unos sobre otros. Un proceso único, continuo, indisoluble, sólo para el vivir
de todos: “hermosa realidad” que el
citado pensamiento proclama. Y a ella convocamos.
Y viendo el video que sigue, acoto esta nota: el desfilar de perfiles de un rostro al son de un canto,
revive el recuerdo. ¿Carrera de relevos de átomos y ondas? Solo sabemos que
guarda un ligero parecido con alguien estimado. Y el amor, a quien le canta, podemos
gustarlo en esta canción o en otra que guste al alma, bien en dramaturgia,
comedia o en lirismo puro, o bajo la picaresca o de simple magia. Nuestra alma
sabrá en que género disfrutarlo. Y en ella –el alma- puede obrar el “milagro” de verlo de simple parecido a
cuerpo presente. Y podríamos pedir un poquito más, y añadir un tantito de fe
para traerlo sobre un largo Do sostenido desde alguno de los lugares por donde
ahora anda en risa de asombro, y tenerlo entre nosotros, cuándo, cuánto
queramos. Y nuevamente reír con su risa, precisamente, ahora, que ya se sienten
los suaves pasos de la luna y de los días decembrinos. Y es obligado hacerlo
con otros tantos seres queridos, por ejemplo, nuestras madres, hijos, hermanos,
amigos. Simple –pero necesario- acto para alimentar el alma, elevar el
espíritu, y menguar este tiempo. Uno de los tantos sencillos y cotidianos actos
de esa “religión” que antes referimos, los cuales deberíamos acostumbrarnos
hacerlos, y multiplicarlos para acelerar el paso de religión anónima a religión
de todos.