
Y ante este espectáculo
las cuerdas de un violín
se cimbran sobre el borde
de una elipse enmudecida
y ante tanto mudo asombro
la vida queda suspendida
Su arco trémulo balbucea
una tonada en bajo réquiem
Hombre ¿eres hombre?
Y la pregunta circunda la elipse
en los ecos de los otros delfines
¿qué dirán de éste hombre?
Más allá el violín reanuda su canto
ahora en adagio y fuga sostenidos.









Y ANTE ESTE ESPECTACULO...¿Cómo debería responder el Calderon o Delfín? En verdad, lo sabemos. Responde, y siempre responderá como siempre lo ha hecho: con su popia vida y alegría, y con toda aquella que de él depende: su trozo de cadena de la vida.


¿Y el Hombre? Este espectáculo -cometido contra si mismo, y contra su hábitat tierra- por el tiempo que lleva haciéndolo, por su dimensión y profundidad como lo hace, lo autodefine como un prehombre.
Entonces, si aspira otra vida, el mismo, sacando de si, de su propia esencia, esa condición humana que dentro le subyace, con la cual nació, y se hizo niño, y que en verdad debe definirlo, deberá borrar este espectáculo rojo ¿Pero cómo debería ser su respuesta? ¿Deberá ser igual o del mismo sentido que la del tiempo anterior? O ¿Debería ser definitivamente humana para que llegue a ser, de verdad, un Humano? Es nuestra mayor aspiración.

