lunes, julio 28, 2014

Volver a la naturaleza


El hombre y su vida
hoy se mide en lucro metal dinero
mañana se podrá medir en vida frutas
como peras manzanas mangos higos
cultivadas en el huerto natural
planeta Tierra
para que llegue a Ser
una planta del huerto vida














Hoy, el hombre entre sus conductas de violencias, “inventa” días-festejos como si quisiera velar su acción depredadora que ejerce sobre el planeta Tierra. Y crea un abanico de “días”: día del agua, día del clima, día de la Tierra, día del árbol, etc., aparte de los de carácter social, como el del niño, el de la madre, etc., y precisamente en estos sustantivos donde el drama de la vida se debate entre abismos ¿por qué será? Y recientemente celebró el de la Tierra y el del niño. El comercio es el gran beneficiado. Pero contra su empeño,  la “arruga” no se oculta, ni en lo social ni en lo ecológico, sino que se abulta en la medida que aumenta su depredación. Paradojas, porque lo que dice  buscar lo niega con la realidad depredada. Por ejemplo, en los llamados “objetivos del siglo” para tratar de lograr un equilibrio ecológico –la más grande paradoja respecto a la vida y hábitat-hogar en la Tierra- la mayoría están lejos de ser cubiertos, y el resto, si lo logran, será muy lejos de la meta propuesta. En contrapartida, el deterioro continúa.

Otro ejemplo: en la penúltima reunión de la “Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático” y su “Protocolo Kioto”, algunas Organizaciones que luchan por el equilibrio ecológico, ante la falta de cumplimiento de los acuerdos se retiraron como forma de protestas. Y Canadá, que antes era tenida como un “campeón” en lo ecológico, decidió no seguir participando en el logro de tales Objetivos –en particular, la reducción de gases invernaderos- porque éstos le acarrean pérdidas económicas. Y otras naciones, sencillamente, no los cumplen. Y Canadá vuelve a la explotación-depredación, caso del petróleo, donde aplicará la tecnología “fracking” –que se suma a las ya existentes- que consiste en la explosión-fracturación de las rocas del subsuelo que encierran gas y petróleo para liberarlo, lo cual causa graves daños al ambiente. Igualmente, los EEUU en el norte. Esta tecnología “fracking” viola acuerdos de la ONU y criterios científicos. También, contra toda alertas-recomendaciones, se intensifica la explotación del carbón –uno de los más contaminantes-, por países como China,  Inglaterra, Rusia, Francia, Alemania, entre otros. Estas tres situaciones –entre otras tantas- exponen la poca seriedad y sinceridad de los acuerdos mundiales. Lo que acuerdan ellos mismos lo incumplen. Y siguen depredando a la Tierra.

Y hoy contra todas las alertas, protestas y opiniones científicas pro ambientes-ecológicas, se aprueba construir un nuevo canal transoceánico Atlántico-Pacífico desde Nicaragua que será de gran impacto destructor ecológico. La “herida” histórica contra la Tierra y contra el mismo hombre se agrandará y profundizará en beneficio del comercio e industria mundiales. A manera de ejemplo-recordación: cuando la construcción del canal de Panamá especies que eran autóctonas de la región desparecieron, y aún, en nuestros días, algunas sobrevivientes no se han recuperados, siguen en peligro. Y el equilibrio clima-ecosistema quedó roto, aún no se ha restablecido. La biodiversidad quedó severamente dañada. Ahora, en el caso del canal de Nicaragua, la dimensión a nivel de ecosistemas –biodiversidad terrestre-lacustre-marina- es mucho mayor. Pero al parecer, nada lo detendrá. El lucro, otra vez, le gana a la naturaleza.

La ruta 3 es la que tiene mayor opción de ser aprobada
La actual vida moderna testimonia esta “herida”. Por fortuna, en términos generales, las luchas ecológicas han logrado aumento de la conciencia ecológica, aunque más en teoría –por ejemplo, en legislación a favor del ambiente- que en la práctica. Junto a esta conciencia y algunas prohibiciones-restricciones alcanzadas en algunas áreas de la explotación económica, se dan acciones en la creación de hábitat naturales que prueban que es posible un volver hacia la naturaleza. Una muy significativa es la experiencia de un hombre casi “anónimo”, que habita un lugar de la India: Jadav Payeng.

Y como un cuento oriental –uno de las “mil y una noches”-, Jadav Payeng, con amor a la naturaleza e ingenio, se propuso replantar una alta región de suelo arenosa y estéril –unas 550 hectáreas- a orillas del rio Brahmaputa en la India, que a causa de una inundación ocurrida en 1979 se convirtió en refugio obligado de algunos animales, entre ellos ofidios. Al retirarse las aguas, éstos quedaron varados, los cuales al no encontrar vegetación para protegerse del sol, murieron. Jadav, de 16 años, encontró muertos estos animales.  Conmovido por el hallazgo, se propuso sembrar de vida al lugar. Solicitó ayuda a las autoridades para plantar algunos árboles, pero solo obtuvo la negativa y la “afirmación” que allí no podía nacer nada. Nadie quería saber nada. Nadie quiso ayudar a Jadev.



Y desde 1979 empezó a sembrar semillas y trasplantar árboles de especies autóctonas. Hizo de esta tarea el objeto de su vida. Su intuición, amor y conocimiento de la vida natural, le llevó a un trabajo de regeneración de las condiciones edafológicas –suelos- y botánicas para lograr una plantación silvestre autosostenible. A tal punto llegó su empeño, su pasión que llevó hormigas rojas para reforzar el equilibrio ecológico de los suelos.










Y sin ninguna ayuda, solo con trabajo y amor a la tierra, transcurrido algún tiempo, fue transformando paso a paso, con paciencia y dedicación, el lugar en un ecosistema natural al que empezaron a llegar animales amenazados de zonas circunvecinas. Hoy en día es un bosque que sirve de refugio a aves, ciervos, rinocerontes, tigres de bengala -hay cinco que han tenido cachorros-, elefantes y otras especies –algunas en peligro de extinción- que pierden su hábitat natural por la presión que ejerce el hombre sobre sus tierras nativas.


















Unos treinta años después, toda la región se ha transformado en un ecosistema maduro de selva, a donde ininterrumpidamente le siguen llegando animales de otras regiones vecinas que le dan solidez de hábitat natural al lugar y lo extienden aún más. El nuevo bosque no está en los mapas ni en trazados cartográficos.



Y el gobierno de la región llegó a enterarse –mejor dicho, lo descubrió- de la existencia del nuevo bosque en el año 2008. Quedó sorprendido de tal hallazgo, y de la capacidad –amor, tesón e inventiva natural- de Jadav Payeng. 


Actualmente Jadav Payeng vive en una pequeña cabaña, en el bosque que creó con su mujer y tres hijos. Hoy tiene unos 47 años. Y se gana la vida vendiendo leche de búfala. Una acción, un ejemplo que bien se puede seguir a mayor escala en la creación y recreación de ecosistemas naturales. Y esto no es ningún milagro. Simplemente se trata de devolver la vida auténtica, del “cemento”, de la “vida” artificial, de la depredación, a la naturaleza. Y esta bella experiencia es un gigantesco contraste con la pretensión de hoy –agresión contra lo natural- de construir el canal transoceánico de Nicaragua.

Y a manera de síntesis dejo cuatro (4) señalamientos: 1) El elevado nivel de deterioro –pero todavía no concientizado- causado por la acción histórica del hombre sobre la Tierra, particularmente, en el campo de la producción de energías –llamada “sucias”, que sostiene y mueve al mundo moderno-, en la construcción de represas y canales, en la deforestación masiva de las tierras para la producción de alimentos –en particular, la animal- y en las infraestructuras y asentamientos de la vida moderno (2) Queda manifiesta una profunda naturaleza egoísta del hombre que a sabiendas del daño que ocasiona a la naturaleza, se persiste en depredarla sólo para beneficio del perverso lucro y del modo de vida de la “civilización” (3) Queda en evidencia la abierta oposición entre el conocimiento –Ciencia y tecnología- alcanzado y su finalidad esencial que lo define: el mejor vivir del hombre. Y (4), hoy se plantea la necesidad de aplicar este conocimiento con otro signo, sentido y dirección para llegar a otro tipo de desarrollo que en verdad construya el Hogar-Hombre-Tierra, completamente en armonía con la vida de la naturaleza. El desarrollo actual –artificial- la destruye, se opone a esta vida. Hoy es tarea urgente –a nivel planetario- de revertirlo por uno humano y pro Tierra, como el que expone este ejemplo, el de Jadav Payeng.