sábado, junio 15, 2013

En sus manos el camino…


Y los niños
frutos perennes
como son ellos 
como los vemos 
como los sentimos
 como los amamos
así serán siempre
y como el volcán en erupción
para hacer brotar continentes
crecen andan sueñan
y sueltan sus alegrías
sólo para hacer emerger
el mundo que llevan dentro
el mismo que soñamos
¿y si arriba sigue el mismo cosmos
por qué otra vez no ser como él?


A éste mundo que hoy “vivimos” le hacemos el siguiente planteamiento. Todo ser vivo nace porque tiene una finalidad única y superior: la de vivir. El nacimiento del Hombre – en mayúscula, el humano-  tiene éste fin supremo. Y éste fin supremo común a todo ser vivo necesita –necesidad primaria o ley- la garantía absoluta de disponer en forma libre de todas las condiciones elementales y primarias de vida –conjunto múltiple de recursos- para respirar, producir, reproducir, comer, vestir, albergar, amar, la libertad, la belleza, sentir y expresar la alegría. Y el planeta Tierra -hábitat de vida y naturaleza- que nace del cosmos, del universo, se configura en un solo Orden, el cual diversificado en un conjunto de subórdenes o ecosistemas, tiene en su seno esta garantía absoluta.

Y en un momento evolutivo, adviene el Hombre -en aire, sobre agua y tierra-, que encuentra esta oferta en forma natural para que sustente su existencia. Luego, en el curso de la evolución -él en comunión con las leyes de la naturaleza en un proceso geo-biológico-, en forma  libre y acción dialéctica, necesariamente se reproducirá este Orden configurando un segundo Orden en multiplicidad de formas y  manifestaciones –clases, géneros, especies- dentro de estos ecosistemas para  su auto sostenimiento y prolongación.

La vida despierta para seguir ininterrumpida

Y así, en este prodigioso hacer, surge una hermosa Totalidad: la Vida –en mayúscula-. Y en ella, éste Hombre, dotado con el atributo de la Inteligencia –en mayúscula-, con su cerebro y sus manos producirá el Trabajo –en mayúscula-, con el cual, en acción histórica sobre la naturaleza y en proceso dialéctico e ininterrumpido, hará –en mayúscula- la Producción, y dentro de ésta, la reproducción-recreación del mismo Hombre. Y con éste trinomio –producción/reproducción/recreación- da comienzo al proceso de creación del vivir, y construye el Vivir, que deberá ser un vivir en felicidad –en mayúscula- también como una totalidad. En síntesis -maravillosa-, la Vida sólo va nacer y existir para sólo producir Vivir, el cual habrá de darse en sociedad de hermanos. Y este hacer –en especial en el ámbito social- del Hombre se llama Historia -en mayúscula-, a la cual está obligado como necesidad socio-natural, reproducirla, recrearla, prolongarla en él tiempo para que éste Hombre con la dote inteligencia se haga dentro de la sociedad –en mayúscula- Humano.

El sembrador al alba/Vincent Van Gohg

Y subrayo, todos en mayúsculas, porque queremos significar que son –y tienen que ser- auténticos para un Vivir auténtico, sin desviaciones ni desnaturalizaciones ni contaminaciones. Y en ésta síntesis, no es que creamos que no surgen y surgirán errores, equivocaciones, imperfecciones, etc., creer que todo transcurre en perfección absoluta. Todo lo contrario. Surgen y surgirán –proceso con desviaciones, contradicciones, etc.- como acontecer de lucha de contrarios para que el Hombre con su acción la supere, aprenda, corrija rumbos, etc. y haga avanzar la Historia. Pero nunca para que sean perpetuados, ocultados, justificados, atesorados para justificar una praxis social de la violencia, y destruyendo en la práctica la memoria, derive de ellos series –como si fueran cepas- nuevas para retroalimentar ésta violencia. Y sobre éstas perversiones sustentar su “existir” que es la historia que hoy  “vivimos”.

Y la risa de estos niños es su código de la vida que el presente les niega

¿Y qué es lo que va ocurrir después? ¿Ésta vida actual, de hoy, que sienten y palpan nuestros sentidos, es la misma de éste planteamiento? ¿Éste hombre que hoy vemos andar, hablar, hacer, es éste mismo que intentamos delinear, y que -en esencia humana- creemos firmemente que en un primer momento si existió y vivió? ¿Y qué le pasa a ese niño que nos alegra y nos hace vivir y revivir sueños, y después, pasando por un proceso de peripecias alcanza esa edad que llamamos adulta, y luego sigue a la vejez, al abuelo? Y ¿Ese méndigo, ese delincuente, asesino, político, terrorista; y ese gerente, ese negociante, ese sacerdote, Papa, mesías, presidente, caudillo o dictador, acaso también no fueron niños, y sin embargo,  llegan a estas posiciones para hacer una historia violenta contra el vivir del hombre? En síntesis, ¿este hombre de hoy, acaso no nació niño? Y ¿qué tenemos hoy: hombre o humano?

Paisaje de la esperanza/César Rengifo

Y otra pregunta “absurda” –a lo mejor anticientífica-, ante tantas extinciones de especies, envilecimiento del hombre, masacres, desastres “naturales”, depredación y calentamiento global de la Tierra, etc. ¿actualmente la evolución sigue su curso o está atascada, detenida? porque lo que tenemos hoy, que llamamos mundo civilizado,  científicamente hablando ¿podemos asegurar que en última instancia es un producto de la evolución y desarrollo socio-natural sujeto a las leyes generales?

Y todo este conjunto de cuestiones son la Reflexión -también en mayúscula- que proponemos. Y también hacemos éste planteamiento porque, firmemente creemos, que éstos niños –y en general, los niños- nacieron para tener este fin supremo. Nunca, jamás otro. Y esto que aquí sostenemos es fundamento de nuestra filosofía de la vida.

El niño Enzo se afana en hallar sus primeros caminos