miércoles, enero 23, 2008

EL PLANETA DONDE VIVIMOS


Amigo…déjame decirle una cosa: Esta inmensidad que ve, este hermoso asombro de existencia planetaria, es un hecho de todos los días. Y vivimos dentro de un movimiento -un movimiento de rotación alrededor de un "eje imaginario", y otro de traslación alededor del sol- perpetuo: esta es nuestra casa-esfera, nuestro hogar, nuestra única y verdadera "patria". Vivimos en ella dentro de un perfecto equilibrio, aunque esta inmensidad y esta asombrosa existencia pueda ser difícil de captarla como tal cotidianidad. Y la vida del hombre, y de todo ser vivo que le acompaña sobre la Tierra, está forjada por hechos cotidianos, simples, al alcance de nuestra comprensión: es un gigantesco suceso cotidiano. Y aquí, o somos felices o somos desdichados, asi de simple. Eso depende de nosotros mismos. Pero este hecho, esta verdad simple, pareciera no estar en nuestra conciencia. Nuestro hacer parece no tenerlo registrado. Y otra cosa le digo amigo...



Indudablemente el planeta Tierra padece una acción destructora: el hambre, las guerras, la pobreza, el recalentamiento global de la Tierra, el "fenómeno" climático "El niño", las epidemias, los "tsunamis", las inundaciones, los terremotos, el terrorismo, las desforestaciones, etc., etc. Todos la sufrimos: plantas, animales, sistemas acuíferos, clima y la especie humana. Cada evento destructor, independientemente quién lo genere y donde se genera, afecta severamente a todo el orden natural y social de la Tierra.
Y eso ocurre así, porque todos los Sistemas vivos están interrelacionados, son interdependientes entre si. Es decir, somos vecinos, estamos encadenados, cada uno dependemos del otro. Y el grado del daño que produce un evento destructor está en proporción directa al grado de movimiento que disponga el espécimen de cada sistema. Los llamados desastres "naturales" son un buen ejemplo de ello: sufre más el que se mueva menos. Estas son verdades elementales.

Y otra verdad elemental: el Sistema Humano dispone de un elemento que lo diferencia esencialmente de los otros Sistemas: dispone de la razón, la inteligencia humana Y este elemento le permite conocer el comienzo, el desarrollo y las consecuencias de todo evento, tanto los que él mismo protagoniza, como los de los otros Sistemas. Es decir, puede obtener y disponer el conocimiento del qué, el por qué, el para qué, el dónde, y el cómo de los fenómenos naturales y sociales.Y si se “arma” con este saber puede llegar a preveerlos, "dirigirlos", evitar o atenuar sus efectos, conducirlos de cierta manera. La ciencia y esta sabiduría son pruebas irrefutables: no hay situación, simple o compleja, que no tenga una solución específica o general previsible contemplada en estos "arsenales" cognisitivos humanos. Por supuesto, hablamos de Ciencia y conocimiento para el bien de la Tierra, para un mejor vivir del hombre. Por lo menos, a nivel teórico, esta es una verdad incuestionable.

Tú me dirás: ¿Cómo? ¿Eso es cierto? ¿Cómo puede ser eso posible si los acontecimientos de este tiempo -pasado y presente- parecen negar esa afirmación? Y me echarás en cara: ¿Y entonces, por qué tantos desastres? ¿Por qué vivimos un tiempo tan terrible, si con esa Teoría el Hombre puede evitarlos? Bueno, amigo, esa es, precisamente parte sustancial de la tragedia humana. Un “componente” importante de la gran paradoja del Hombre. Y lo grave, en términos esenciales, es que sabiendo su existencia, no nos ocupamos de ella. El hombre está ocupado en otras cosas, aquellas que componen su rutina diaria, sobre todo la de su "mundo político", la del culto de su personalidad, la de "aceitar" su maquinaria diseñada para engañar,la de perfeccionar su maquinaria de guerra -un símbolo: la bomba atómica y las "cabezas" nucleares- y la de la conservación de sus “groseros” intereses económicos y privilegios sociles.
Lo que está mas allá de esta rutina, de este "mundo" no pareciera interesarle. No le ve "utilidad" alguna ¿Para qué ocuparse de “cosas” que “están tan lejas”? La obra de Antoine Saint-Exupéry, “El principito”, en parte lo plantea.

¿Cómo tan lejas si esas cosas atañen a nuestra existencia?... Así es, amigo, atañen a nuestra existencia en la Tierra, y a la del planeta mismo. Sin embargo, en lo esencial, no se ocupa de ella. Y cuando pareciera ocuparse, asigna estrechos recursos en sus investigaciones científicas. Mucho menos, de otras “más lejanas”, aquellas que tienen que ver con la Tierra como planeta en el espacio, con su vida biológica, y su existencia dependiente de la vida del Sol. La comunidad científica que se ocupa de estas investigaciones cada vez es más reducida y los recursos asignados cada año también lo son. Y los acuerdos entre los gobiernos de los distintos países presentan dificultades para concertarlos. Y cuando logran Acuerdos -después de tantos "forcejeos"- muchas mayores dificultades para aplicarlos o se incumplen en la práctica diaria. Ahí está el caso del “Acuerdo de Kyoto” (Reducciones de emisiones de gases de efectos invernaderos para evitar el calentamiento global de la Tierra). Pesan más los intereses –grupales e individuales-económicos, los políticos, los del “ego” personal.


Entonces, ¿Qué habrá que hacer para torcer esta dirección? Precisamente esa es la respuesta que tenemos que buscar:

Fíjate amigo!, pon tu atención, en un solo pequeñísimo aspecto de este drama. Te decía antes: ¡sufre más el que se mueva menos! Tomemos algunos acontecimientos recientes: el "tsunami" de Asia, el huracán "Katrina" en EEUU, los interminables actos del terrorismo, las guerras locales, como la de Iraq, las hambrunas de Africa, las víctimas pisoteadas y aplastadas en multitudes religiosas por pánico, los deslaves que arrastran y sepultan comunidades, como el ocurrido en la Guaira, Estado Vargas, Venezuela, etc., etc. ¿Y por la forma de vida que llevamos no sabías que todos estos eventos pueden suceder?. Y sucedieron ¿Quiénes fueron los afectados? Me dirás: ¡por supuesto todos! Y claro, cierto, ¡todos! Pero los “débiles” –los que se mueven menos- fueron los más afectados. Y seguirán siéndolos. Lo que hace que la Paradoja en nuestro vivir sea más cruda, dura realidad de este tiempo.



Y hoy vemos que el mundo, pese a esa Ciencia y a ese saber, a contrapelo de su Paradoja, vive su “lado feo”: Damnificados, Refugiados, Exilados, Perseguidos, Abandonados, Violados, Mutilados, Presos y Torturados. Escritos con mayúsculas porque ya son verdaderas Instituciones sociales, y como tales, reconocidas en leyes, acuerdos, protocolos y convenciones. Convivimos, y ya estamos acostumbrados a ellas. Y entre todas estas instituciones aberrantes, la de los niños destacan con fuerza: ¡niños refugiados! ¡nños abandonados! ¡niños mutilados! ¡niños violados! ¡niños torturados! ¡niños desnutridos! ¡niños con hambre! ¡niños huérfanos! ¡niños que mueren por segundos!, etc.,etc.
Ellos son -junto a los viejitos-, los más débiles, los de menos medios de defensa, los de reducido movimientoEn una palabra, los que ¡menos se mueven!, y por eso, este tiempo que "vivimos" los daña con inusitada fuerza. Y déjame decirte que no te hablo de una minoría. En el mundo, por ejemplo, los que mueren cada segundo por desnutrición y falta de medios sanitarios, y de acceso al agua potable, constituyen una alta cifra millonaria que grita a la "cara" de la riqueza material y de la Ciencia que ostenta el mundo de hoy, pero que solo sirve para fundamentar los Informes de los Organismos mundiales.

Y la confesión de este mundo: la posesión de un gran "arsenal" de mercancías, conocimientos, caja-bancos de valor-dinero, contrasta con sus ofertas en proclamas, foros, debates, y hasta en festivales. Y en el caso de los niños es patético: no hay discurso, que aspire aceptación masiva, que no los mencione, y los defina: "sin niños no hay porvenir", "ellos son las semillas del futuro", la "revolución para hacerlos feliz", etc., etc., etc. Una verdadera ironía. Una hipocresía de este mundo. ¡Una "verdad" cruel!

Y ¿dónde está la solución de este drama?... Amigo, en la Obra de Miguel de Cervante, "Don Quijote de la Mancha", podrás ver el registro de este drama. Y entre líneas, este "Hidalgo" nos dejó sus señales. A lo mejor, en su "Dulcinea del Toboso", su amada, su sueño, que de tanto soñarla y evocarla, la hace "realidad". Digo amigo, a lo mejor ella es, la solución del drama. O quizás, esté en los molinos de viento que Quijote confunde con gigantes, y contra ellos se traba en combate: ¿En verdad, qué fue lo que vió el Quijote: la dimensión del enemigo a vencer o la tarea gigante que habrá que hacer para arribar a una Humanidad plena? Por supuesto, tendríamos que sacar a los tres -Dulcinea, Quijote y los molinos- del “sarcófago literario”, en donde esta Sociedad los mantiene prisioneros, y ver como los hacemos nuestros para el combate que necesariamente habrá que librar.